martes, octubre 02, 2018

Red Mundial de Oracion

RED MUNDIAL DE ORACIÓN

Por mucho que digan contra nuestro Santo Padre Francisco, en medio de dificultades, sabe, una vez más darnos buenos consejos. El mal está ahí, y nos atenaza. Pero para un hijo de Dios, todo momento de dificultad es superado de la mano de la Virgen, nuestra Madre, intercesora y corredentora nuestra.
El Papa nos ha invitado a rezar con fuerza durante este mes de Octubre el Santo Rosario. Y concluirlo recitando una de las invocaciones más antiguas a la Santa Madre de Dios; el "Sub tuum Praesidium".

"Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!"

 Junto con la oración tradicional (que antes se rezaba al final de todas las misas hasta que se perdió esta bella costumbre ) a San Miguel escrita por León XIII: "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén."
Dos oraciones, que unidas al rezo del rosario, es una bomba para el demonio. Es casi en sí mismo un "exorcismo", una petición desde luego de ayuda contra el mal que pretende envenenar nuestra alegría y generosidad de vivir en medio de verdaderas dificultades como cristianos. A nadie se le ocurriría ir sólo a enfrentarse a toda una legión de soldados armados hasta los dientes. Pues... en lo espiritual, tampoco hay que ir sólos. Es bueno unirse en oración, levantar barricadas, armarse con toda suerte de armas que tenemos bien guardadas ( y a veces empolvadas) en nuestra querida Iglesia. Es hora, de fortalecernos, de pedir ayuda a los santos ángeles, de poner a la cabeza a nuestra santísima Madre, cogernos de su mano y... salir al combate. Si lo hacemos, sin duda, venceremos, pues está escrito (ella vencerá al dragón).  Al menos ganaremos nuestras almas sin perdérlas  atrapados en las telarañas de  la frivolidad del mundo. Si nos cobijamos bajo su protección y bajo las alas de San Miguel, seremos contagiados de una fuerza nueva que grita contra toda maldición "¿Quién como Dios?". Pueden matar nuestros cuerpos, pero nada matará al alma, que de la mano de María, no estará dispuesto a apostatar en un mundo donde cada vez más se nos empuja a la desesperación, y al abandono de nuestra Fe.