martes, noviembre 27, 2018

La Descristianización de Europa

LA DESCRISTIANIZACIÓN DE EUROPA

No hay más que poner las noticias para darse cuenta de las consecuencias que está teniendo la descristianización de Europa. Los valores que la extensión del cristianismo consiguió introducir en Europa, se están desplomando. Lo vemos en la gente de arriba y también en los de abajo. Moralmente estamos decayendo. Los niños vienen a nacer a un mundo donde no tienen modelos buenos que imitar. Pero no soy de los que se sientan en una silla a contemplar como el mundo se desploma y comentarlo con el vecino.
Creo que los cristianos tenemos que levantar la cabeza. Llenarnos de esperanza, creer más que nunca en la palabra de Jesucristo y jugarnos la vida a lo Santo. Eso no significa que se nos deje de perseguir, ni que todos se conviertan. Pero significaria un cambio drástico en la sociedad. Seríamos una luz en la oscuridad. Si la gente nos viera felices en medio de las contrariedades, si vieran nuestra fraternidad, nuestro modo de vida, muchos se animarian a ser parte del Reino de Dios.
Cuando la tormenta arrecia hay que ponerse manos a la obra; salvar todo lo que se pueda. Seguir bregando. No establecernos en la esquina de la tristeza y el negativismo.
Hoy más que nunca el mundo nos necesita. Los abuelos nos necesitan. Los niños nos necesitan. Los jóvenes nos necesitan. Los pobres nos necesitan... La propia creación, la naturaleza entera nos necesita. Pero nos necesita en  activo, con las pilas a tope, dando ejemplo, metidos en el barro y con las manos en la masa. Nos necesita creciendo en virtudes humanas y cristianas. Nos necesita llenando de caridad, de fe y esperanza todo lo que tocamos.
Nos necesita Santos. Necesitan ver a Cristo en nosotros, en nuestra familia, en nuestra parroquia, en nuestros grupos... en el modo de servir al prójimo, de perdonar, de levantar la mirada a Dios, de bendecir, de multiplicar las cosas buenas y bellas para dar de comer al hombre hambriento de justicia y paz.
Es hora de que cada uno, todos a la vez, encendamos la ultima cerilla que nos queda guardada en el bolsillo del alma.

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